Aunque no sabemos cuánto durará, el lunes pasado volvimos a ver las sonrisas y las lágrimas de los peques, tras volver a la escuela. En esta ocasión, después de casi seis meses. Y sí, la vuelta al cole ha cambiado mucho, pero todos hemos sentido eso. En Sushiteka somos muy de los peques y nos encanta, sobre todo los sábados y domingos a mediodía, que es cuando vienen más a vernos. Todo eso es porque somos niños eternos. En nuestra vuelta al cole había dos tipos de padres, los que molan y los que no.

Empezamos por los que no molan nada. Son los que te llevan a un centro comercial y te obligan a comprar la mochila que ellos quieren, la carpeta, el juego de bolis sosos transparentes y no te dejan salir de lo que ellos dicen… Ahora vienen los nuestros, diles ocupados, diles, un poco a su rollo, pero son los buenos, “Niño, toma mil pesetas y te compras todo el material”. Que confianza más grande depositaban en nosotros y eso que cada año se daban en los dientes, porque de las mil pesetas, 500 iban para un blandi bloo, 100 en golosinas y solo te quedaban 400 pesetas para invertir, con lo que te da para poco más que un lápiz amarillo y negro, un juego de tres bolis y una goma, eso sí una goma potente con cara y ojos, una goma Milán nata. Aquí queremos pararnos, porque cuando eres pequeño te ponen en mil productos NO MANTENER AL ALCANCE DE LOS NIÑOS, pero te hacen una goma de forma perfecta, blanca radiante, un olor a nata increíble y encima, por si no te das cuenta, te pone la palabra Nata, y quieren que no nos la comamos, suerte que los niños tenemos cabeza… No sabía mal del todo, eh…                                                                                                                     

También existió algo que embargó económicamente a muchas familias. No hablamos de la hipoteca del piso, ni la compra de un coche nuevo, hablamos de los rotring. De repente, te tocaba un profe crecido, motivado y decía, “tenéis que compraros unos rotring”. 5000 pesetas por tres rotuladores de punta fina, era injusto, pero decía “pero claro, es que te regalan el compás”. Ah vale, haberlo dicho, por 5000 pesetas de la época no te tenían que regalar un compás, te tenían que regalar un fin de semana en Mallorca. Libretas, la difícil tarea de intentar forrar los libros sin grumos, la carpeta con una foto de Brandon Wals, el heredar los libros de tu hermano mayor, no saber diferenciar entre escuadra y cartabón... No pararíamos. Pero bueno, no lo pienses más, después de esta semana tan dura, lo mejor es celebrar en familia con los tuyos en Sushiteka. Sonrisas, buen ambiente y buen comer. Y que la vuelta sea feliz.